George Perec es el nuevo inquilino en nuestra biblioteca. Ha llegado con sus Instrucciones para la vida; un gato y algunos amigos, -entre ellos- Marcel
Marcel Duchamp.
y un tal Jack Kerouack…
Literatura, pintura ¿música rock? se dan cita en el ático central, que fue el único lugar disponible -ya que estamos en temporada alta- para su estudio…
Literatura y pintor; pintura y literato. Música y viaje…
Quedaron como la altura de Joyce… -dijeron las ventanas anónimas de los cerros contiguos, traspuestos, traslapados, en mosaico y yuxtapuestos frente al Océano,
Pacífico.
Seguramente; -y dado que todo es causalidad- La Vida Instrucciones de Uso es a Perec, lo que Ulises es a Joyce; la obra maestra literaria cuya estructura es la de una ciudad… O un viaje como el de Jack por el Oeste…
Solo que la obra de Perec tiene la estructura de una casa. Una gran obra maestra literaria con la estructura de una casa, o un puzzle…
Así; Dublín es a Perec, lo que la casa de la calle Simón-Cubellier es a Joyce…
Como es arriba es abajo. .. Y como abajo arriba.
Mientras Perec escribe como si fuera Joyce construyendo una casa… Duchamp se empeña en reinventar el arte plástico en la hipérbaton de todos días…
Al son de la música, las llaves de Fa y Sol sostenido.
Cambia los órdenes, altera los nombres, yuxtapone fuerzas contrarias, recombina, prueba, descubre…
A veces, se escuchan ruidos raros o melodías difusas, y alguna que otra vuelta de página que el gato Beat de Perec realiza en el tejado…
Sin embargo, las casas superpuestas como libros, entre los cerros de páginas o las ventanas de párrafo, permanecen impávidas y distantes ante las pánicas acciones de arte de estos nuevos inquilinos.
Aunque nadie quedó indiferente con su llegada, la vieja biblioteca ha vuelto a ser nuestro querido huracán en reposo entre el abismo y el sueño.
Son gente creativa, gente de letras, con sonidos de colores. De esos que no temen inspirarse en horizontes más lejanos y anchos, o entretenerse en los recodos del laberinto de uno mismo…
De los que se obligan a seguir su propia, despiadada y desmesurada disciplina.
De los que conocen el honor de ser coautores del cosmos y de quienes trabajan día a día para recibir ese don.
Una antigua especie, hoy casi en extinción.
Duchamp es el más inquieto, se le ve rebuscando entre fierros y colores, nuevas combinaciones de objetos y signos en el balcón -siempre ingrávido- de lo no comprobado…
Le gusta ir más allá o más acá; o más arriba, o más abajo; como los cometas, los papalotes, sobre los volantines o la tradición…
Es un descubridor y un pionero.
Algunas novelas rosa, dicen que está loco…
Perec; siempre está en casa, escribiendo en su olivetti lettera, la primera de las portátiles, en ese juego tan suyo de ficcionar la realidad, o realizar la ficción.
Es un gamer literario, su novela El secuestro ( l s c s tro) es la primera novela Beteele -señalan los críticos diccionarios.
De todas maneras, ilustres habitantes de lo desconocido, lo no comprobado, de la fascinante dimensión de la sorpresa y la paradoja, combinadas como nunca antes en pro de una sensación, una percepción, un misterio…
(…)
Beteele, llaman los publicistas a todo lo que no sea la comunicación tradicional, a esas piezas que -interactuando- sorprenden y trascienden los formatos rancios y las métricas obvias…
Sin saber; claro está, que en el instante eterno de la creación; el escritor, su amigo el pintor y su gato: después de subir un cerro de artefactos innenarrables y venciendo la gravedad de las fuerzas y la situación; planean desde la azotea de la biblioteca sembrando urinarios significados y Readymade secuestrados en las puertas de la percepción, especialmente para ellos…
-El hombre es un Beteele de Dios, -dirá nuestro infalible trasandino, con la casulla a rayas blancas… y celestes
(como los planetas)
(o las bicicletas)