El exilio de hoy está en la inoperancia, en la indiferencia, en la no acción, en la apatía, en la abulia, en el exterminio interior. Hoy, en tiempos de redes –cuando todos atrapados entre las garras de las métricas o las numéricas, de las probabilidades, o la incertidumbre; cuando se supone las fronteras no existen, tampoco existen o son necesarios los exilios o las distancias, las cárceles ya no son necesarias, -salvo para los que son considerados animales o parias- porque las personas están prisioneras de su no acción, de su miedo intuitivo, de su pereza, de su entropía, de su falta de voluntad, de compromiso, de coraje, y de amor.
No se necesita represión, cuando se ha instalado la depresión. Cuando ya las masas que –se supone- no existen, han optado por el anonimato y la estandarización, cuando esa masa, que no es otra que la suma de las soledades (ojalá de las individualidades) ha optado por ser espectadora de la vida, de la suya y la de los otros, con la única posibilidad de aprobar o gustar.
¿Por qué la red (anti)social que tiene atrapados a millones de usuarios (no personas) perfiles de usuarios en el mundo no tiene botón de no me gusta, si cada vez son más y más las personas a quienes no les gusta el actuar de los políticos, de las instituciones, la situación medioambiental, el maltrato a los animales, la delincuencia impune, la justicia injusta, el lucro en cada aspecto de la sociedad; la sociedad. Los intereses y las comisiones, las filas de los bancos, los cobros fantasmas, los montajes mediáticos, la intromisión de la mala publicidad?
¿Por qué todo tiene que gustarnos o si no, no se puede jugar? Jugar al juego perverso de perderse la vida en nombre de la vida, la libertad en nombre de la libertad, la razón en nombre de la razón, Dios en nombre de Dios?
Cuando se alzan los brazos al cielo, o se bajan definitivamente al suelo en nombre de la rebeldía porque esto es puro pan y circo ¿Alguien se ha preguntado por los millones que no han podido (ni siquiera) pagar su entrada al circo, o su crédito fiscal, o su entrada al supermercado, o su derecho a la protesta y que ahora luchan contra la guardia pretoriana que les aniquila física, síquica y espiritualmente como hacían las dictaduras en el siglo pasado y que se había jurado de rodillas que ya nunca más? ¿Nunca más?
¿Por qué las grandes “cadenas de noticas” no cubren las noticias? ¿Por qué tanta promo y entretenimiento?
¿Por qué hoy –anacrónica-, pero sistemáticamente se sigue asesinando personas por millares y desapareciéndoles en fosas tan comunes como clandestinas…
¿Por ser parte de la masa indiferenciada y originaria que no ha podido pagar su entrada al maldito circo del que en acto de prevista rebeldía se despotrica con ademanes y en (inc)cómodas cuotas mensuales, mientras nos sacamos la foto para subirla a la red y recibimos nuestras notificaciones de cómo a todos nos gusta este exilio dentro del mismo circo donde podemos quejarnos para que todo cambie y finalmente para que todo siga igual?
Sólo por no representar una cuota de mercado o una oportunidad de negocio. Esas personas que hoy siguen desapareciendo en uno de los tantos actos de magia del Circo Inc, son la perfecta metáfora de cómo todos vamos desapareciendo en el anonimato de un arroba, de un perfil, de una cuenta; tachados por una métrica, un precio o una estadística. De cómo hemos ido reemplazando (total y voluntariamente) lo que importa por lo urgente; lo real y verdadero por las blandas imposiciones concientes e inconcientes de los amos del mundo.
De los que han decidido desaparecernos, o controlarnos, o rentabilizarnos para su provecho como hace cientos de años y nosotros ahora con nuestros nuevos juguetes haciéndolo todo más fácil…
¿Qué es la poesía y cuál el sentido de la literatura cuando todavía sigue la catástrofe golpeando las puertas?
Un renacimiento indómito y cósmico
Un nuevo amanecer de las artes y las alquimias
Aquí donde claman las voces de vivos y muertos
Sostenidas
En una permanencia de piedra y de palabra.