El brief era de un vino. Uno que en su storytelling hablaba del fundador de la viña haciendo un pacto de sangre con las uvas.
Mientras leía, pulsaba las cuerdas del Schekter: La primera en el quinto espacio y la cuarta al aire en busca del mismo tono… La cuarta en el quinto espacio y la tercera al aire, en busca del mismo tono.
La tercera en el quinto espacio, y la segunda al aire; en busca del mismo tono. Y la Re en el quinto espacio –y el Sol al aire- en busca del mismo tono.
De tanto apretar y soltar las clavijas una de las cuerdas se enterró en su pulgar. El dolor del acero encordado acusó una gota de sangre.
La gota cayó al piso como la nota en un pentagrama; el pentagrama se transformó en las venas del mundo; por el mundo corrían ríos de sangre. Volvió a leer el brief: “Haced lo que ÉL os diga” –Había dicho en las bodas para transformar el agua en vino. O el vino en sangre…
A los tres días y cinco minutos, cuando buscó la herida. Había desaparecido: Sol, Re, La, Mi, redondo; rojo oscuro y sostenido…