Zaratustra en la caverna

 

 

 

Descubrí a Zaratustra cuando vivía en la montaña.

“Voy subiendo” -me dijo- Después de llenar su cantimplora con el agua más pura de la vertiente.
“Me voy a vivir con mi león, mi águila y mi serpiente; los cuatro disfrutaremos de la soledad. Montaña arriba.”

 

Pasaron los años; mientras en el valle, yo cultivaba el verbo y los metales… Construyendo armas de palabras y poemas de bronce…
Un gran mediodía, lo vi venir: Su barba estaba más larga y su cabellera había sido reclamada; seguramente por el viento blanco del norte.
Después de beber de la fuente -que yo había creado años antes- con al agua más pura de la misma vertiente…
Me miró sonriendo lleno de sol y dijo:
“Hay que superar la frontera humana; hay que aspirar a la eternidad, a la infinitud, a la universalidad…

 

Hay que cruzar el puente de la verdad a través del misterio. Con los ojos bien abiertos, sabiendo que no existen los caminos como tales sino solo luces en el cielo y mares en la estela”…
“Por eso: Amo a quien es libre de corazón y de espíritu porque así su cabeza no sirve más que a su ser, y su ser es sinfonía con la creación”
“Amo a quienes son como gotas pesadas que caen una a una de la umbría nube suspendida… Anunciando el relámpago y el orbe”
“Ved: Yo soy un anuncio del rayo y una pesada gota procedente de esa nube…”
Intelecto individual y voluntad que se revela y rebela…
“De todo lo escrito, no me gusta más que lo uno escribe con su sangre. Escribe con sangre y aprenderás que la sangre es espíritu.”

 

Entonces, ¡Zaratustra cometió la locura más grande! …

 

En la caverna de Platón

 

Platón escribió entre otras muchas obras, La República, poema en que aparece por primera vez -al principio del libro VII- la Alegoría de La Caverna, en que se narra cómo en un espacio cavernoso un grupo de prisioneros discuten acerca de lo que “ven”; lo que “creen ver” y lo que realmente “deberían ver” con respecto a lo que se les muestra…
Como han nacido en la caverna, los prisioneros creen estar en lo correcto y conocer “la verdad”.
Sin embargo, lo que ven los prisioneros -gracias a la iluminación de la hoguera- son las siluetas y las sombras de los objetos que otros prisioneros (tal vez con privilegios y en complicidad con los desarrolladores) interponen entre el fuego y el muro para ser proyectados…

 

¿Qué pasará cuando se liberen y vean por primera vez la luz de la hoguera?
¿Abriendo el par de párpados bajo los párpados ya abiertos?
¿Y sus pasos se encaminen al exterior de la caverna?
¿Podrían volver, y habiendo bebido de esas nuevas aguas, resignarse a la misma sed?
¿Cómo soporta el león las carcajadas de las hienas mientras les comparte su sol?

 

Conectadas y conectados,
o encadenados y encadenadas
a la red de redes
global y periférica,
discuten y critican
para armar su percepción y su vida
a partir de lo que ven en los muros, o las pantallas…

 

Las pantallas muestran lo que los amos dictaminan
Como nuevo orden y nuevas órdenes
Según sus objetivos guberna-mentales

Algún locus huye como un tábano en verano…

Mientras las obreras de las pantallas acomodan los recursos del lenguaje
En contra de sus hermanos y hermanas
Creen -en su colmena- estar libres de la máquina perversa
De la que son sus engranajes…

Algún Orwell en 2984, o un Focault un gran mediodía Sábato en resistencia
Un nuevo Sócrates y el viejo Platón en plena fuga en Re Mayor
cómo el Tábano de Tebas… a 451 grados al Sur…

 

 

(Igal lo llevó a la Jeru-Salem… Gracias: Una victoria en las Guerras Mentales)

 

 

 

 

 

Y así cada cual con su metáfora cerebral

Al interior del universo.

Y así cada quién con su metáfora del universo
Al interior de su cabeza

Y así cada una con su glándula pineal
Con forma de pirámide invertida
Entre cada uno de los cerebros…
Y así cada quien, con su león, su águila y su serpiente…

Y así cada hipófisis como montaña sagrada y ciudad celestial
En medio de los superuniversos…

Y así cada uno con su ciudad sagrada en medio de su cabeza
Como metáfora del universo…

Y así cada montaña sagrada en medio del universo con su ojo secreto
En la punta nos mira
Desde el anverso
Y así cada puerta en la cima sagrada abre los ojos en la percepción universal
(entre la entropía y el algoritmo)
De vivos y de muertos…

 

Palabras, imágenes, números, medios…

 

En el medio:
El meridiano de la percepción
Dee y el meridiano de Greenwich
C McCarthy y el meridiano de sangre…

 

El andamiaje de signos
Para montar el circo de la representación en el mundo…
En lo alto del trapecio se manipula la percepción
Y en la primera fila se controla a distancia y anónimamente
A remoto control…

 

Se instalan los condicionamientos en la construcción de un lenguaje
En la batalla de la significación y la economía de la atención
En pro de domesticar y domeñar cuando cada quién percibe lo que puede…

 

 

 

 

Quien domina el lenguaje domina la percepción
Quien domina la percepción domina la realidad

Quién domina la realidad se domina a sí mismo
Domina su ser

Quien se domina a si mismo domina el universo
Uni – verso
Sigo – mismo

(Mundus creatus est)

 

Observados
Observadores
Observando
El observar

Miran el horizonte
y solo ven las formas de las siluetas
las siluetas de las sombras
y las siluetas en las sombras

en medio
dibujadas
(por otros)

Cargan las figuras y los signos
En su espalda para crear la sombra y la silueta
-como utopía y silogismo-
-como entropía y algoritmo-
las siluetas de las sombras
y las siluetas en las sombras

Engrillados van los personajes de Platón en la caverna
Alguien sale, alguien se ha librado del espejismo…
Ha descendido de su caverna en la cima de la montaña
Con su león, su águila y su serpiente;

Es Zaratustra el que ha vuelto
Lleno tormentas y soles
Ha visto la luz, en el eósforus de tu ADN
En la sinfonía omnipresente de sinapsis y colores
En #SOL mayor sostenido.

 

“Ahora voy ingrávido, ahora vuelo. Ahora me veo por debajo de mí. Ahora baila en mí la divinidad”

Así hablaba Zaratustra.

 

Y las miradas seguían los reflejos del fuego, en el muro, al interior de la caverna…

 

Así hablaba Zaratustra. Como el sol matinal que surge de los sombríos montes.

Como la estrella más brillante de la mañana.

 

Así hablaba Zaratustra.